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¿Cómo es el perro? ¿Cómo son los perros? ¿Cómo funciona su mente?

Vamos a intentar dar los datos que realmente puedan sernos útiles para llegar a conocer cómo funciona la mente de un perro.
Si conseguimos conocer el funcionamiento de su mente podemos tener una relación con él mucho más fructífera y agradable.
El primer dato que podemos presentar es que el perro es un animal social.
También es, o ha sido, un depredador, es un oportunista y tiene una relativa inteligencia.
Es un animal social.
El perro cuando convive con sus congéneres establece una relación de jerarquías, relativamente definidas.
Y aunque esa jerarquía social haya sido la principal causante de que puedan asimilarse a la también jerarquizada sociedad humana, no podemos interpretarla desde nuestros puntos de vista ni trasladar tópicos al mundo del perro sobre las dominancias.
Por ejemplo, que el perro pase primero por una puerta no significa que él asuma su jefatura sobre nosotros, ni siquiera que pueda estar maleducado, simplemente significa, en la mayoría de los casos, que está deseando salir, en el caso de mis perros significa que yo prefiero que pasen primero pues me siento físicamente mas segura si los veo delante, ¡tengo cierta tendencia a perder el equilibrio!
Pero además le gusta estar acompañado, emplea muchas horas jugando y está constantemente analizando gestos y señales que forman la parte visible de su idioma, aparte de los sonidos que emiten y que, cuando conviven con nosotros, podemos aprender a interpretar.
Al mismo tiempo que nosotros les interpretamos a ellos en aquellas ocasiones en que les prestamos atención ellos nos interpretan a nosotros constantemente.
Pero no tienen conciencia del bien o del mal. Cuando se encuentran un bocado apetitoso, surge el oportunismo y se lo zampan rápidamente, no se plantean compartirlo, ni tienen después “cargos de conciencia” por no haberlo hecho.
Esta es uno de los aspectos que tenemos que tener muy claro con un perro.
No tiene esa conciencia del bien y del mal. No se plantea cuestiones éticas que rijan su comportamiento.


En su relativa inteligencia es capaz de resolver algunos problemas, pero tras la interacción con el hombre durante siglos ha aprendido que muchas veces le resulta más fácil que su problema se lo resolvamos nosotros y nos pide ayuda cuando el problema que se le plantea es algo más dificultoso.
La inteligencia de los animales es algo muy difícil de valorar por los humanos. Muchas veces la basamos en la posibilidad de comunicación, en aspectos de la memoria, o en la capacidad de resolver como llegar a la comida…
Pero estoy segura de que nos perdemos parte de sus cualidades que no sabemos interpretar… o simplemente que como nosotros no tenemos tan desarrolladas, como puede ser el sentido del olfato, no llegamos a interpretar bien cuantas cosas pueden ellos percibir y procesar intelectualmente gracias a ese sentido.
Pero en todo este escaso resumen, donde no entramos en los siglos de evolución, cambios morfológicos y genéticos basados en la selección artificial, si llamamos artificial a la mano del hombre, yo preferiría llamarla selección causal, nos encontramos que para poder educar a un perro y modificar su conducta para hacer optima nuestra convivencia tenemos esos factores en los cuales nos apoyamos para su educación, esto es que son seres sociales, depredadores y oportunistas.
Podemos usar su cualidad de ser social para coaccionarle con el aislamiento o una clara actitud de ignorancia, cuando queremos modificar una conducta, por eso funciona, por que al perro no le gusta estar solo.
Y si le ignoramos, sin siquiera una mirada, y mantenemos un gesto adusto,  estamos adoptando una actitud que él interpreta claramente como que estamos disgustados y mantenemos las distancias…
Estas son dos “armas” que podemos usar para enseñarle, pues el perro quiere estar a gusto, y para ello necesita que nosotros, su principal vía de subsistencia, juegos y relaciones también lo estemos…
Así que solo nos queda enseñarle el modo correcto de actuar para que no esté aislado o le prestemos atención, juegos etc.
También usaremos sus cualidades innatas de depredador, las pautas de la caza… Estas pautas siguen vigentes en nuestros perros a pesar de las prácticamente 80.000 generaciones de perros que conviven con el hombre desde los comienzos de la convivencia entre humanos y, casi seguro, lobatos… allá por los tiempos paleolíticos.
Estas cualidades las podemos cambiar en juegos, con objetos que podemos usar para el juego, la persecución o el zarandear el objeto entre los dos, como si de la presa se tratara… Con estos juegos le enseñamos entre otras cosas a tener la llamada boca blanda, que controle la fuerza de sus mandíbulas y no nos haga daño…
Es importante tener plena consciencia de que con los perros, y hasta que estén perfectamente adiestrados, tenemos que tener un especial control y vigilancia cuando estemos con niños, los niños actúan constantemente con gestos y sonidos que pueden llevar al perro o al cachorro a interpretar que es una presa… u otro cachorro con el que ensayar juegos que pueden hacer mucho daño al niño, que no va a saber ni defenderse ni interpretarlo, pero que para el perro son totalmente necesarios e imprescindibles para la correcta relación con otros perros.
Son juegos, que aunque a nosotros nos puedan parecer violentos, educan al perro tanto en la sociabilización, les da confianza en si mismos y les enseña las normas de relación con otros perros. Esto hace que el perro sepa cómo evitar enfrentamientos usando su propio lenguaje corporal, que todos ellos entienden… ¡Si están correctamente sociabilizados!
Nosotros tenemos que enseñar al perro que también entramos en su vida de juegos pero que nuestras normas son diferentes, no nos puede morder, no puede perseguir a la gente ni echarse encima… pero sí podemos jugar hasta el agotamiento… o casi… siempre es mejor dejar  el juego un justo antes del cansancio… así no se pierde el interés.

El alimento y la bebida, que les proporcionamos nosotros también son herramientas que nos van a ayudar a la hora de tener a nuestro perro dispuesto y atento a nosotros, dispuesto a aprender y atento para comprendernos... lo demás está en nuestras manos, en que sepamos interpretar nosotros y sepamos darle al perro las señales adecuadas sin contradicciones.
Básicamente estas son las facetas de la mentalidad del perro que usamos para enseñarle, y es mejor si nosotros somos conscientes de cual de ellas estamos usando para enseñarle y así poder llegar a entender sus reacciones y modificarlas, tanto para bajarle intensidad como para reforzarlas.

Para ello somos nosotros los que denemos mantener la alerta mental y analizar al perro y sus reacciones para poder adelantarnos a las situaciones y poder enseñarle correctamente. Con un perro o cachorro seremos siempre como un actor de teatro que dirige a su público hacia un objetivo emocional determinado para poder obrtener la respuesta deseada y estimularla despues mediante premios, alegrias y alabanzas.

 

¿Cómo se forma la mente desde cachorro?

El cachorro es la base potencial desde la cual se desarrollará el futuro perro.
Cada perro es un individuo en si mismo, con sus características y personalidad propias. Aunque tengamos unas pautas sobre las tendencias de cada raza, su perfil psicológico determinado, este no es más que orientativo, pues cada animal lo expresará de un modo personal como individuo.
Así podemos tener razas muy activas, por ejemplo, pero que dentro de esas razas se presenten individuos con diferentes niveles de actividad.
El cachorro nace con una serie de rasgos heredados y las experiencias del cachorro son las que acaban conformando su personalidad.
Esta personalidad es la que hace del cachorro un individuo único.
Cachorros con una tendencia innata a la dominancia pueden convertirse en dóciles o excelentes perros de compañía pueden resultar destrozones.
Así mismo si a un cachorro tímido lo exponemos a la mayor cantidad de experiencias y situaciones podemos reducir considerablemente su timidez a un cachorro sociable que aislemos  de contacto humano se volverá insociable y temeroso.
Los cuatro primeros meses de vida del cachorro son super importantes para su personalidad final de adulto. Las experiencias acumuladas en este tiempo son las que nos darán su personalidad futura.
El momento óptimo para que un cachorro vaya con su nueva familia son las 8 semanas.
Los cachorros necesitan la interacción con su madre y hermanos de camada hasta las 7 semanas para un correcto equilibro social
Desde las 3 semanas hasta las 7, los cachorro empiezan a descubrir el entorno, poco a poco, ampliando su círculo de seguridad en compañía de sus hermanos y madre, aprenderán límites y sobre todo el lenguaje de sus congéneres.
A las 8 semanas puede irse con su nueva familia. Esta le tiene que dedicar tiempo, el cachorro tiene que seguir formándose y ampliando experiencias, aceptando jerarquías y aprendiendo a formar parte de la familia humana y sus normas.
Desde las 8 a las 12 semanas debemos enseñarle al cachorro la mayor cantidad posible de situaciones diferentes.
A los cuatro meses tenemos ya todo el potencial del cachorro formado y ahora solo resta trabajar en él para desarrollarlo.
Tenemos que empezar a adiestrar al cachorro.

¿Qué cachorro elegir?

Antes de elegir un cachorro tenemos que examinar que características son realmente compatibles con:
. Nuestro físico, elegir el perro adecuado a nuestro porte físico, que podamos manejarlo sin problemas.
. Nuestra personalidad, que seamos compatibles con el carácter determinado de una raza, si somos personas tranquilas no decidirse por una raza potencialmente muy activa.
. Nuestro entorno, el espacio de que disponemos, el tiempo que le vamos a poder dedicar, hay razas que necesitan mas tiempo y muestras de afecto, otras mas ejercicio, otras razas llevan mal el frío, la humedad o el calor…
Podemos elegir un perro de raza o un mestizo.
Con un perro mestizo la elección es incierta, pues desconocemos sus potenciales.
En un perro de raza sabremos de antemano, tamaño, características del pelaje, potencial de personalidad etc.
Si nos decidimos por un perro de raza lo mejor que podemos hacer es buscar directamente al criador e ir a visitar a los perros a su casa.
Aquí tenemos la posibilidad de examinar a los padres del cachorro y observar comportamiento y temperamento, ver que los progenitores no tengan problemas de carácter como excesiva timidez, agresividad, podemos conocer cual es su nivel de actividad etc. Y conocer cómo han sido criados esos cachorros.
También tenemos que pedir toda la información posible de la salud de los progenitores y demás ancestros. Cada raza tiene sus enfermedades genéticas específicas y entra dentro de la responsabilidad del criador para con sus cachorros elegir reproductores que alejen esas enfermedades de la crianza.
En el Pastor de Brie debemos exigir la crianza libre de displasia de cadera, cuantas más generaciones mejor, libre de Ceguera Nocturna, que es fácilmente detectable a través de un test genético y que si los padres están libres los hijos lo estarán también, por lo que es muy sencillo eliminar esta desviación genética en la selección de raza.

 

Ya elegimos raza y cachorro

Ya tenemos nuestro cachorro en casa, comienza nuestra responsabilidad para educar a esa preciosa bolita de pelo que nos hemos traído y que solo queremos que nos quiera y hacerle mimos.
Y eso está muy bien, pero el adiestramiento comienza desde el primer momento que el cachorro llega a casa, y no por eso nos va a querer menos, es decir, un cachorro consentido y mimado será un adulto maleducado y potencialmente peligroso, independientemente de su tamaño.
Tenemos que usar la ternura, observando a ese pequeño ser, que acabamos de separar de su familia, para comprenderle y a la vez marcarle las primeras pautas de convivencia en su nuevo hogar, siempre con paciencia, intentando hacerlo de un modo que reforcemos el comportamiento deseado y riñéndole o afeándole su comportamiento la menos cantidad de veces posible.
En el primer momento de llegada a su nuevo hogar nos ponemos a su lado y le vamos dejando que avance poco a poco en el reconocimiento de su entorno, todo nuevo para él, y sobre todo solo, aunque ahora seamos su nuevo apoyo y refugio, todo lo conocido por él hasta ese momento ha desaparecido de su entorno, y olores, sonidos, personas, objetos… todo es diferente y el cachorro no sabe si amenazador o no… por lo que en su exploración paulatina y sin prisas, debemos acompañarle dándole el apoyo de nuestra presencia… dejémosle tiempo… También para los entusiásticos saludos de toda la familia, poco a poco…

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